martes, 27 de noviembre de 2012

'El objetivo principal de la terapia con el maltratador es proteger a la víctima'

Desempañó durante años los ojos de aquellas que creyeron en el amor y éste las golpeó en las entrañas. Estuvo junto a sus pequeños, enfrentando situaciones límite y cicatrizando heridas. "La fuerza de ellas y la resiliencia de ellos" le llegaron a robar las palabras. Psicólogo especializado en violencia de género, Ricardo Rodríguez quiso saber qué pasaba al otro lado. Ahora, sus pacientes son los que hacen sangrar a la sociedad cada vez que levantan su mano, pero el objetivo final sigue siendo el mismo: "Proteger a la víctima".

Comienza la entrevista dejando en el aire una reflexión: "El problema de la violencia de género no es solo de las mujeres, es de la sociedad. La culpa no es sólo de los hombres, también es de la sociedad". Empezó a trabajar con víctimas de violencia de género en Argentina, cuando en los juzgados aún se hablaba de "la puerta giratoria" —por una entraban y por la otra salían (los maltratadores)—. "En aquel momento las mujeres estaban solas, completamente desprotegidas. La ley tardó en llegar más que en España", algo que le hizo volcarse aún más.

Hace tres años decidió cambiar de lado y adentrarse en la mente de los agresores. Fue dentro del programa de la asociación Aspacia. Reconoce que es un trabajo que genera mucha frustración, pero "ha sido mi elección". ¿Resultados? "Sí, hay casos que dan sentido al trabajo. Pero es algo imposible de medir, de cuantificar... esto no entra en las estadísticas", explica.

Se presupone tarea difícil, pero sus cimientos no se tambalean: "Empatizar, sí; justificar, nunca". La violencia de género es un delito y la responsabilidad es del maltratador". Ricardo recuerda a un hombre de unos 60 años y una frase que le repitió hasta la saciedad: "No hay nada que hacer conmigo". Había sido condenado y era consciente de su problema. No echaba balones fuera, ni se refugiaba en el alcohol, cuenta. Pasado el tiempo, pidió una terapia con su hijo y se dirigió a él: "No quiero que me veas como a ese hombre que has visto desde pequeño".

Vídeo:http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/24/espana/1353771051.html

Las terapias

"Estoy poseído por la violencia, cúrame". Esa una de las frases más comunes con las que se encuentra Ricardo a la hora de enfrentarse a un paciente. "Como si fuera un virus o incluso una cuestión religiosa. Como si yo le fuera a dar una pastilla y se acabara todo". Remarca que "no hay una sola causa. A día de hoy no hay nada que explique por qué una persona es violenta y otra no".

Quiere detallar que en el caso de la violencia de género existe el mito de que la persona que agrede tiene 'déficit en el control de los impulsos', algo con lo que no está de acuerdo. "Cuando alguien se enfada y guarda esa rabia, esa ira, para el momento en el que llega a casa, no hay un déficit de control de impulsos, hay una elección. A partir de ahí no tienes un problema con la ira, tienes un problema con tus elecciones".

Entre las personas que acuden a sus programas se pueden hacer —a grandes rasgos— dos grupos: los que ya saben que algo va mal dentro de ellos o son conscientes de que su conducta hace daño a los demás, y los que se presentan por la presión de una condena.
Los que ya están en estadio de cambio, "se han dado cuenta de que algo está ocurriendo e intentan cambiarlo, pero hay una ambivalencia. No saben realmente si quieren ese cambio. Les da miedo lo que puedan encontrar fuera. Y ahí empieza nuestro trabajo", explica.

Caso muy diferente son los que llegan con una condena por un delito. Ellos están obligados a pasar un programa. "Eso implica que la responsabilidad esta desplazada hacia lo externo. Culpan a los demás de todos sus males. El objetivo es moverlos de ahí". Cuenta, que en un primer momento el agresor echa la culpa de su situación a la mujer, a la familia, a la sociedad... "cuando este discurso empieza a caer, te quedas desnudo. Ahí empiezas a reconstruirte y a hablar de ti mismo. Así se construye un proceso de cambio".

Para unos y otros, Rodríguez busca que llegue el día en el que, independientemente de todo, digan: "Estoy aquí por mí. Que empiecen a mirar hacia dentro y no a echar la culpa a los de fuera".
Con respecto al tema de la culpa, matiza, prefiere hablar de responsabilidad. "La culpa los inmoviliza. Si soy responsable puedo elegir cambiar, si soy culpable no me muevo de ahí. La responsabilidad es un paso anterior".

FUENTE:http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/24/espana/1353771051.html

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