jueves, 29 de mayo de 2014

Ya hay niñas de doce años que sufren violencia de género

  • Los maltratadores utilizan las nuevas tecnologías para acosar y controlar a sus víctimas. El sexting, el envío masivo de una foto íntima, está en auge.

     

  • También aumenta el bullying, el maltrato de padres a hijos y los chicos que se autolesionan. "Se está convirtiendo en una moda preocupante", dicen desde la Fundación ANAR.  Por Internet circulan vídeos de cómo hacerse cortes 

     

    El 15,3% de los niños y adolescentes que llaman tienen en casa una situación de violencia

    El teléfono de la Fundación ANAR no descansa. Día y noche suena de forma casi ininterrumpida, hasta contabilizar más de 1.100 llamadas por jornada. De un lado de la línea, responde un equipo de psicólogos altamente especializados. Del otro, un menor. Algunos llaman desde un parque en medio de la noche. Otros, aprovechan un receso en una actividad extraescolar para marcar el número. Algunos, llaman y cortan la comunicación. Otros, finalmente, lo cuentan todo. Han llegado a recibir llamadas de críos de siete años.

    Cada vez que el teléfono suena, se destapa una historia. En la mayoría de casos, se busca sólo un asesoramiento profesional para un caso puntual. Pero en otros, el drama se desvela en forma de un maltrato continuado, un abuso sexual o un caso de violencia de género.

    “En esto nos hemos encontrado a niñas de doce años”, advierte Benjamín Ballesteros, director de programas de la fundación, “sus agresores quieren su dominación absoluta. Les dicen cosas como “te quiero y por eso te controlo”, “estoy pendiente de tí”, “a ver cómo vas vestida”... los mecanismos de control y acoso son tremendos. Existe un mecanismo casi compulsivo de comprobación y, al otro lado, la persona está mandando información sin darse cuenta de que está siendo víctima de violencia de género”.
    Detrás, se encuentran agresiones físicas y verbales. Pero también otras modalidades favorecidas por las nuevas tecnologías. Entre ellas, una en auge, el sexting, el envío masivo de un mensaje de whatsapp, generalmente una fotografía subida de tono.

    Los chicos les piden como prueba de amor que les manden una fotografía en una situación íntima o semidesnuda. Ellas acceden y a partir de ahí se produce el envío en cadena de esa fotografía. Ellas no suelen ser conscientes de que enviar esas imágenes o dar sus claves tenga algo malo, no existe percepción de riesgo. Y eso puede llevar a una situación de amenazas y acoso devastadora para su seguridad y autoestima”, afirma Ballesteros.  El control se ejerce también a través del “famoso doble check”. El agresor sabe si la víctima lee su mensaje, y le echa en cara que no le conteste. O le pregunta por qué estaba conectada a una hora determinada. “Se dan situaciones de control permanente por aplicaciones como whatsapp, que permiten que el agresor esté controlando permanentemente a la víctima, incluso aunque tenga una orden de alejamiento”.

    El  1'5% de las llamadas que se reciben en este teléfono son relativas a violencia de género, lo que da una idea de las enormes dificultades que se encuentran los profesionales para describir la magnitud del problema. A pesar de ello, la cifra ha aumentado. Como también lo ha hecho el “bullying” o acoso escolar, después de años estabilizado. Representan el 7'2% de los casos atendidos por el personal de la Fundación y también aquí las nuevas tecnologías juegan un papel perverso.
    “Antes, una de las recomendaciones que hacíamos en situaciones límite era cambiar al niño de centro escolar, aunque fuese duro y suponga un desarraigo”, dice Ballesteros, “Ahora, no importa que se cambie, porque le siguen acosando a través de las redes sociales”.

     

    Aumentan las llamadas de niños que son maltratados por sus padres

     
  • Las anteriores son dos de las tendencias más preocupantes de las que advierten desde la Fundación. Las llamadas por una situación de violencia representan un tercio de las atendidas. Entre ellas se encuentra el maltrato físico o psicológico de padres a hijos. Un 10'9% de los niños se dirige a este teléfono de atención para informar de que esta siendo agredido en casa.

    “Por maltrato infantil entendemos aquellas situaciones en las que dentro del entorno familiar se está produciendo algún tipo de comportamiento agresivo hacia el menor. Pueden ser agresiones físicas, o también insultos, gritos, y ausencia de respuesta a sus necesidades emocionales. En algunos casos, también les impiden la relación social. Son situaciones en las que se da una situación de violencia continuada”

    Este es un concepto clave. En el 53% de los casos, los pequeños llevan  más de un año callando esta violencia. Que se atreva a coger el teléfono y llamar es un auténtico logro.

    “Muchos niños han llamado veinte veces antes de que se produzca la confianza necesaria para contar que están siendo maltratados. Es una labor minuciosa... hasta que finalmente se abre”, reconocen desde la Fundación. Sus psicólogos, los que atienden al otro lado de la línea, reciben un curso de formación muy específico, pero ganarse la confianza es un reto complicado.

     

    "Lo que nosotros conocemos es sólo la punta del iceberg"

     
  • A pesar de lo alarmante de los datos reconocen también que lo que se conoce es sólo “la punta del iceberg”. “Si comparamos nuestros datos con los de las denuncias, el teléfono ANAR consigue que salgan a la luz situaciones que se mantendrían totalmente ocultas, porque los niños nunca se atreverían a poner una denuncia. Somos capaces de sacar cosas de debajo de ese iceberg, pero qué hay más abajo es muy difícil de saber”, afirma Ballesteros.

    Una vez que el menor comunica su caso, el equipo de la fundación hace distintas valoraciones y actúa por escalones. En un primer nivel, se proporciona apoyo psicológico, en el segundo, se actúa en colaboración con departamentos jurídicos y servicios sociales. En un tercero, se interviene, “siempre que el niño nos dé su consentimiento”, matizan. En este caso, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado intervienen. Si se trata de un caso de violencia en el hogar, el menor puede ser derivado a un centro de acogida y se inicia el proceso judicial correspondiente.  Ahí surge la pregunta, ¿es la ley suficiente para los padres maltratadores?

    “Está habiendo cambios importantes”, dice Ballesteros, “hace años, la ley contemplaba que los padres pudiesen “corregir” moderadamente a su hijo. Ahora esto está cambiando, hay nuevas leyes y proyectos de ley que se están poniendo en marcha para tratar de mejorar ciertas circunstancias”. Aunque según este experto, cuando hablamos de menores, todos los recursos son pocos.

    Existe una prioridad clara, la educación en edades tempranas, crucial para hacer frente a la violencia. “y también disponer de escuelas de padres. Se tolera la violencia de una forma que no es normal. Y cada vez nos llaman más padres preocupados porque no se hacen con sus hijos, porque no son capaces de poner normas y límites, y porque son agredidos.. Todo esto se une a que existe un acceso incontrolado a la información violenta a través de Internet y de las nuevas tecnologías. Estamos creando una sociedad cada vez más violenta”.

     

    Se autolesionan para contrarrestar la ansiedad que les provoca la violencia

     “Hace cuatro años apenas teníamos casos. El año pasado recibimos 176”. Ballesteros se refiere a los jóvenes que se provocan lesiones a sí mismos, “sobre todo cortes en muslos, brazos y espalda, lugares en los que los padres no los pueden detectar”.  De esos casos, 37 correspondían a chicos y 139 a chicas, “sí, es muy llamativo”, reconoce en referencia al desequilibrio por sexos.
    Existe una teoría de psiquiatría que intenta explicar esta conducta y que establece que cuando dos dolores compiten, el cerebro siempre escoge el de mayor intensidad. Así, la víctima consigue evadirse. “Lo utilizan como principio para atenuar el malestar y el dolor psicológico que les produce la situación desagradable que están viviendo. Nos dicen que a través de las lesiones consiguen aliviar esa ansiedad”, dice Ballesteros, que advierte, “es un fenómeno adictivo. Porque en el momento en que pase el dolor físico, vuelve el psicológico, y se vuelven a lesionar. Es su forma de resolver un problema, que no resuelve nada, sólo daña aún más su autoestima”.

    Este experto habla incluso de una “moda” de la autolesión. Por Internet circula información de cómo provocarse cortes con precisión. “Como hacerse unos lindos cortes en el brazo”, titula un joven a un video al que se puede acceder en Youtube.

    Una equivocada válcula de escape a la que recurren cuando no encuentran salida. Hay otra, detectada con preocupación por la Fundación. El suicidio. “El año pasado recibimos 523 llamadas que nos hablaban de ideación o de intento de quitarse la vida”, dice Ballesteros.  En casi el 56% de los casos, los menores padecen graves problemas psicológicos asociados al motivo de la llamada y al hecho de que en la mayoría de los casos llevan soportando la situación durante muchos meses. “Los menores se construyen una idea suicida como forma de huir del problema, cuando no lo van a conseguir”.

    “Hay que controlar mucho el papel de las nuevas tecnologías”

     ¿Podemos hacer una radiografía de la infancia? En la fundación advierten: “nuestro teléfono es la voz de los menores, pero de los menores que sufren. Esto no nos puede hacer pensar que toda la población infantil está así”. En cualquier caso, sí advierten que entre los que padecen la violencia, ésta está aumentando de forma alarmante. “Tenemos que tomar medidas. Las más importantes, son educativas, de formación hacia los niños, para enseñarles que la violencia no se puede tolerar ni justificar. Y esa educación tiene que empezar a edades muy tempranas, desde los primeros años del cole, porque después puede ser tarde”.

    Y para los padres, un consejo fundamental: “controlar mucho el papel que están jugando las nuevas tecnologías. Les dan un teléfono móvil y no se dan cuenta de que, sin ningún control, están dejando una puerta abierta a que entre pornografía, prostitución... Le están dando una información accesible a su hijo. Es casi mejor que no le den teléfono o si se lo dan, que esté capado sin internet. Y si lo vas a hacer, tienes que esforzarte en intentar comprender ese mundo y ejercer cierto grado de control, porque si no, creemos que les estamos dando un capricho  y es en realidad una puerta abierta para que entren todos estos fantasmas”

    Fuente: Te Interesa

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